Aunque la situación de las poblaciones judías en Europa comenzó a mejorar tras la Revolución Francesa, conviene observar dos tendencias rectoras que las caracterizaron: a) asimilación completa a los países de su residencia, y b) avanzado el siglo XIX una importante directriz migratoria, pero no hacia Palestina o el Medio Oriente, sino hacia EEUU, Argentina y Brasil. A ningún judío se le ocurría asentarse en Palestina, una parte de la cual había albergado al Estado de Israel en tiempos bíblicos.
Con el ascenso de los nacionalismos en Europa, algunas comunidades —las de menores recursos—, aceptaron ofertas de las más grandes fortunas judías de Europa Occidental, encabezada por la familia Rotschild, de encauzarse hacia tierras de Palestina para fundar pequeñas colonias.

Theodor Herzl, fundador del sionismo como movimiento político organizado.
El movimiento sionista, que buscaba asentar a los judíos en algún territorio, optó finalmente por promover la emigración hacia tierras de Palestina en estrecha alianza con los intereses británicos. Gran Bretaña procuraba ampliar sus bases y control en la región (Canal de Suez, Adén, explotación y comercio colonial en el subcontinente asiático y China). Estas primeras colonias se nutrieron adicionalmente como resultado de los pogromos (asesinatos en masa de judíos) en la Rusia zarista, que determinaron sucesivas migraciones hacia tierras de Palestina.
En 1906 —con el hallazgo de petróleo en Persia (Irán desde 1935)— el Imperio Británico y su parlamento consideraron fortalecer la presencia judía como garantía complementaria a su expansión en la región, lo que incentivó un creciente colonato judío en tierras palestinas, pero todavía escaso.
El desarrollo de la I Guerra Mundial evidenció el colapso irreversible de los turco-otomanos y, para 1917, el secretario de Exteriores, Lord Balfour, redactó su famosa declaración. Esta fue en realidad una carta dirigida a Lord Rotshchild, en la que le aseguraba la fundación de un «hogar nacional» para los judíos en tierras de Palestina. Con los resultados de dicha contienda bélica y el reparto territorial entre Gran Bretaña y Francia, semejante tendencia se aceleró. Sin embargo, las cuotas nunca llegaban a completarse pues el judío europeo continuaba procurando emigrar hacia los países antes mencionados.
Esto cambiará por los efectos de la crisis económica de 1929 y el triunfo del fascismo y el nazismo, unidos al cierre de la inmigración en los países del hemisferio occidental. El Holocausto aceleró mucho más la tendencia a la creación de un Estado judío
Una etapa de conflicto interno dentro de las fronteras de Palestina, controlada y administrada por Gran Bretaña con el estatus conocido como Sistema de mandatos, se prolongó hasta 1947. Poco después de terminada la guerra, el territorio al este del río Jordán fue otorgado a los hachemitas -árabes de la península arábiga-, donde crearon el actual Reino de Jordania, con una población mayoritariamente palestina; la parte occidental hasta el Mediterráneo, sería conocida como el Mandato de Palestina y estuvo sujeta a un acuerdo de la ONU conocido como Partición que tuvo lugar en 1947 entre los colonos judíos y los árabes palestinos.

Los contornos de cada Estado fueron enunciados de manera imprecisa y la guerra entre ambos no se hizo esperar. Intervinieron en ella los Estados árabes del lado palestino y EEUU e intereses de Europa Occidental en apoyo a la parte judía. La derrota árabe fue casi total. Lograron conservar solo los territorios de la margen occidental (West Bank), la parte oriental de Jerusalén y de Gaza.
Los israelíes expulsaron violentamente al grueso de la población palestina del territorio declarado como de Israel, convirtiéndolos en «refugiados» —hoy más de cinco millones— en todos los Estados árabes vecinos.
Es importante observar que desde 1947 los Estados árabes privaron a los palestinos de todo apoyo real y efectivo y procuraron controlarlos políticamente. Sin embargo, estas maquinaciones comenzaron a desplomarse después de la guerra de junio de 1967, porque ante la derrota total de los Estados árabes, emergió por primera vez la resistencia armada palestina como opción independiente y único desafío armado frente a Israel. Artífice de ella sería Yasser Arafat y su organización Al Fatah (La Victoria).
En todos estos años hubo altibajos y conflictos. La monarquía jordana trató de suprimir violentamente la resistencia palestina en septiembre de 1970. También se intentó lo mismo en el transcurso de la guerra civil en Líbano. Aparecieron diversas organizaciones entre los palestinos que buscaron disputarle a Al Fatah y a Yasir Arafat su papel dirigente.

Yasir Arafat
Han existido en estas décadas tentativas para acuerdos unilaterales de paz, propiciados todos por EEUU y siempre liquidando cualquier posibilidad real de que los palestinos lograran crear su propio Estado, incluyendo la más promisoria, que fueron los Acuerdos de Oslo. Allí se encontraron Arafat y el primer ministro israelí, Yitzhak Rabin, auspiciado por el presidente Clinton, en septiembre de 1993. Rabin sería poco después asesinado por un israelí ultraconservador.
En ese decursar, varios Estados árabes propiciaron la aparición de una alternativa eficaz frente a Al Fatah. Es entonces que apareció HAMAS, con un perfil más fundamentalista que la laica y unitaria Al Fatah. Esta última se ha mostrado repetidamente dispuesta a llegar a un acuerdo sobre la paz y la fundación del Estado palestino en las fronteras previas a junio de 1967.
HAMAS surgió como fuerza política dominante desde 2006-2007 en Gaza, en tanto Al Fatah sigue asegurando su primacía en los territorios ocupados de la margen occidental del Jordán. Entre ambas han ocurrido no pocos choques violentos por el control efectivo de Gaza, como los del 2007.
Es significativo anotar que desde la victoria de HAMAS en Gaza se han multiplicado los choques con Israel, que ha lanzado repetidas incursiones militares de envergadura contra ese territorio palestino (2006, 2008-2009 y, la más mortífera en 2014).
Causas inmediatas de la fase actual del conflicto
Con motivo de la culminación del sagrado mes del Ramadán, los musulmanes palestinos de Jerusalén Oriental —ocupado por Israel desde la Guerra de junio de 1967 y donde coexisten cuatro sectores claramente diferenciados: palestinos (mayoría abrumadora), cristianos de varias denominaciones, cristianos armenios (segunda mayoría) y un cuarto compuesto por judíos— trataban de acudir a sus más sagrados lugares (la mezquita de Al Aqsa y el Templo de la Roca), pero les fue impedido el acceso y reprimidos sus intentos de entrar por parte de las autoridades israelíes.

Templo de la Roca
HAMAS advirtió a Israel sobre poner fin a semejantes prácticas y permitir el libre acceso a los santos lugares de los palestinos musulmanes. El gobierno israelí, presidido por el ultraconservador Benjamín Netanyahu, decidió, una vez más, rechazar de manera desafiante estos reclamos.
Al mismo tiempo, las autoridades israelíes intentaban ejecutar una nueva ocupación en la barriada de Sheikh Jarrah, en el sector palestino de Jerusalén Oriental, lo que originó múltiples protestas de la población palestina, brutalmente reprimidas.
De forma simultánea, los ultraconservadores israelíes organizaron una gran marcha que pretendía celebrar la victoria israelí de 1967 desfilando por todo el sector palestino, lo que muchos corresponsales consideraron una provocación mayúscula.
Escenarios
HAMAS respondió entonces —como hace habitualmente frente a los abusos de Israel en los territorios ocupados— lanzando sobre territorio israelí algunos cohetes pequeños, de escaso calibre y alcance y sin medios de dirección digitalizados. Dicha acción encontró del lado contrario, no una respuesta calibrada de similar envergadura, sino un aluvión de artillería, cohetería, drones y aviación, todos de considerable calibre y digitalizados para garantizar una destrucción efectiva.
Como es usual en estos choques, las proporciones de fallecidos fueron de no menos de diez palestinos por cada israelí —cientos frente a una decena—, incrementándose estas cifras del lado palestino a medida que los choques aumentaron.
El otro escenario —no menos excluyente que el anterior— pudo ser el de una nueva Intifada, pero con una característica inusitada: la población palestina que permaneció dentro del Estado de Israel en el momento de la partición representa hoy entre un 20 y un 25% de la población del mismo, y ha comenzado a escenificar importantes demostraciones de condena, nunca vistas en esta escala, a la agresión contra Gaza. Ello ocurrió en ciudades tan importantes como Jaffa, Lod y otras.
Un razonamiento de especial significación fue el de Akiva Elder, judío israelí y famoso columnista de la publicación Al Monitor: «HAMAS ha logrado unir a los palestinos y esta es su victoria; unir a los palestinos de Israel con los de la Margen Occidental y Gaza y alrededor del mundo».

Emblema de HAMAS
Como nunca antes, en las principales capitales del mundo, se apreciaron masivas manifestaciones de condena a Israel y en apoyo a los palestinos y su causa. De producirse la invasión israelí, está dinámica hubiera podido aumentar en medida importante y desatar diversos tipos de violencia contra representaciones israelíes e incluso norteamericanas. Sintomáticamente, las cancillerías árabes se mostraron —más allá de algunas condenas formales—, moderadas y apaciguadoras, tratando de evitar que se les señalara como cómplices de una organización terrorista, como está clasificada HAMAS por la totalidad de los gobiernos occidentales.
Finalmente, deben destacarse dos cuestiones políticos adicionales. Primera, ¿conviene esta situación a Netanyahu para garantizar su mayoría electoral en las muy disputadas elecciones y quitarse de encima las acusaciones de corrupción? Es muy posible que deseara conseguir semejantes beneficios, sobre todo si hubiera logrado capitalizar una imagen de victoria.
En segundo lugar, en la disputa por el liderazgo de la causa palestina entre HAMAS y Al Fatah —que gravita nocivamente desde hace más de tres décadas—, no cabe la menor duda de que la primera aumenta su ascendiente y protagonismo entre los palestinos de los territorios ocupados, lo que deberá reflejarse cuando tengan lugar las próximas elecciones palestinas, temporalmente aplazadas por la presente crisis.
Mediación: tregua en lugar de paz
Fuentes de la BBC en Medio Oriente confirmaron el pasado 20 de mayo que la mediación de Egipto había culminado en el cese total e incondicional de las acciones para ambas partes —Israel y HAMAS—, con lo que se abre un compás de espera en un contexto muy cambiante, inseguro y volátil.
A primera vista puede observarse que esta vez —como nunca antes— ha existido una enorme presión internacional de todas las corrientes y un apremio no menos importante evidenciado en las considerables protestas dentro de Israel. La solidez de esta mediación queda en entredicho dadas las tensiones imperantes entre las partes.
Puede apuntarse que la decisión de cese al fuego debilita y frustra en lo inmediato las aspiraciones del primer ministro israelí Netanyahu —y todos sus alardes de fuerza— con el fin de capitalizar al máximo una victoria rotunda sobre HAMAS en función de arribar a las próximas elecciones en mejores condiciones de derrotar a la oposición, encabezada por el ex-general Gantz, luego de tres elecciones en apenas un año en las que no ha podido consolidar un triunfo definitivo.
HAMAS, por su parte, puede desplegar una imagen fortalecida de resistencia y prestigio.0 comentario0
DOMINGO AMUCHASTEGUI
Economista, historiador y analista
No se trata de Israel; se trata de los judíos
Como lo demuestran los ataques en todo el mundo, el objeto detestado y despreciado sigue siendo el mismo que fue durante miles de años: los judíos.
26/5/2021 | por Rav Benjamín Blechprint article
Nunca olvidaré la lección que me enseñó Elie Wiesel.
Fue hace más de una década. Yo estaba involucrado en un proyecto que sólo podía tener éxito si era respaldado por alguien con el prestigio internacional de Elie Wiesel, la persona que grabó más que nadie el recuerdo del Holocausto en la conciencia del mundo. De alguna manera, esto es una historia en sí misma, tuve la fortuna de visitar en su casa al sobreviviente de Auschwitz y ganador del premio Nobel.
Al presentarme, le dije que a pesar de no haber nacido en este país, yo no era literalmente un sobreviviente, porque afortunadamente nunca tuve que soportar los horrores de un campo de concentración. Wiesel me corrigió de inmediato. Con gran seriedad me pidió que nunca volviera a repetir ese error. «Cuando Hitler, maldito sea su nombre, se dispuso a cometer un genocidio contra todo un pueblo dondequiera que se encontrara, hombres, mujeres y niños, entonces cada judío que vive hoy es un sobreviviente».
Esta es una profunda verdad que la mayoría de las personas no reconocen hasta hoy en día. Y tiene profundas implicaciones con respecto a la realidad política actual.
Quienes desean masacrar a los judíos encuentran formas de limitar aparentemente el objeto de su odio, de enfocar su intención asesina en una porción específica y selecta de los sobrevivientes del antisemitismo a lo largo de los tiempos. Hoy, la «cubierta de camuflaje» es «israelí». No, dicen los defensores de Hamás que arroja misiles terroristas para destruir y matar indiscriminadamente a civiles, eso no es antisemitismo. Es sólo porque son israelíes. Es sólo para aquellos que se atreven a emplear una «respuesta desproporcionada» a los misiles de Hamás, disparando a sus atacantes, a veces incluso dañando a niños y a los hospitales estratégicamente ubicados en sus posiciones de disparo. Sólo protestamos en contra de los «israelíes», proclaman las multitudes en todo el mundo.
Una verdad fundamental sobre la guerra contra Israel puede resumirse en una sola frase: cuando un estudiante atacó al sionismo, Martin Luther King le respondió: «Cuando las paersonas critican a los sionistas, se refieren a los judíos. Lo que tú dices es antisemitismo».
Y la mentira más fundamental sobre los innumerables artículos de opinión, las viciosas publicaciones en las redes sociales y las críticas a la política israelí es que el odio se dirige «sólo a la pequeña patria judía situada en medio de una enorme área de países árabes», cuando es absolutamente obvio que el objeto detestado y despreciado sigue siendo el mismo que durante miles de años: los judíos.
Años antes de que empezara el Holocausto, Hitler registró sus planes para un genocidio en su libro Mein Kampf. Los eruditos se burlaron y dijeron que era sólo una exageración política. Nadie podía ser realmente serio respecto a semejante plan. Pero por supuesto que él lo era. Tampoco Hamás dudó en manifestar abiertamente en sus estatutos los llamamientos para «el asesinato de judíos dondequiera que se encuentren». Judíos significa judíos, y dondequiera que se encuentren incluye a los Estados Unidos y a todos los demás continentes.
Nadie puede decir eso en serio. Excepto, por supuesto, las más de 17.000 menciones de las palabras «Hitler tenía razón» que la Liga antidifamación encontró recientemente en Twitter. O excepto los simpatizantes de los palestinos que golpearon viciosamente a judíos en Times Square. O excepto la multitud furiosa portando banderas de Hamás que le preguntó a quienes estaban comiendo en Los Ángeles una pregunta cuya respuesta a menudo condenaba a la gente a espantosos ataques, o incluso a la muerte: «¿Son judíos?».
Historias como estas se repiten en las ciudades más importantes del mundo. A ninguna de las víctimas les preguntaron si eran ‘israelíes’. Todo lo que importaba era si ellos eran ‘judíos’.
¿No es extraño que en un momento en el que cuando alguien es acusado de ser racista puede perder en un instante su trabajo y ser sacado de los medios sociales, el hecho de identificarse con Hamás, que convoca abiertamente a un segundo Holocausto, se considere como una postura moral que merece ser aprobada?
Lo que realmente me deja perplejo es que haya un número considerable de judíos que todavía no comprende las amenazas de Hamás, al igual que demasiados judíos alemanes inicialmente pensaron que ellos estaban excluidos del exterminio porque habían hecho mucho por su país, porque no eran judíos creyentes ni practicantes, porque proclamaban orgullosos que eran más alemanes que judíos. Sin embargo, para el mundo exterior y para Alemania, seguían siendo judíos.
Como me dijo Elie Wiesel, todos los que tenemos la buena suerte de estar vivos después del Holocausto debemos ser considerados ‘sobrevivientes’. Asimismo, no importa en qué lugar del mundo vivamos o qué conexión tengamos con Israel, hoy todos somos judíos; todos somos un blanco de tiro. Y por esa razón, demasiadas personas me odian y te odian a ti también.
Cuando los judíos son atacados en Nueva York, Buenos Aires o París, no es por culpa de Israel, es por ser judíos.
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Ahora respeto aún más a Martin Luther King.
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«Once out of Parliament, the politician persuades the people that he really wants what they want. Once in Parliament, the politician persuades the people that they really want what he wants.» G.K.Chesterton
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De Burt Prelutsky:
After I mentioned how unlikely it was that 81 million people would have cast 15 million more votes for Biden than had voted for Barack Obama or Hillary Clinton, I heard from Jack Herbst. He wrote to say: «Only 131 million people were registered to vote in 2020. But 160 million votes were ‘counted.’ How can that not raise a question of voter fraud? I guess the Democrats thought we wouldn’t notice.»
I replied: «It’s worse than that. They figured we’d notice but not be able to do anything about it. And thanks to a corrupt media, a complicit Republican Party and a do-nothing Supreme Court, they were right.»
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Le escribí a Jorge .
No necesito entrar a Cuba. Ya saqué a todos los míos. Estan en Miami ganando buena plata
Y yo, me retiré en un país del tercer mundo. Gringo, viejito y como todavía se me para , jajaja, estoy dando más leña que todos esos peloteros juntos. Jajaja
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Edu
Una mala noticia
César Prieto abandona equipo Cuba al Preolímpico al llegar a Miami
El líder en average de la última campaña insular acaba de abandonar la selección..
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!Nap! Ese era malísimo
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Este artículo de Dennis Prager es relevante. A los llamados palestinos no les interesa para nada la paz pues son ellos los que han rechazado todas las ofertas.
https://patriotpost.us/opinion/80113-the-middle-east-dispute-is-about-religion-not-land-2021-05-25
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Busqué para quién escribía Domingo Amuchastegui. Parece que para la CBS. Se entiende. Defiende la narrativa polítcamente correcta, como CAM la de la CNN.
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Por el eso lo bautizé como el Festivo Amuchastegui.
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Se agradece Sam Ramos. Muy buenos aportes para dar claridad a una cuestión que si bien es clarísima, demasiados insisten en enturbiar.
Lamentablemente, mientras la envidia siga dominando la voluntad de demasiada cantidad gente, Israel no tendrá paz.
Los líderes árabes no enfrentan a Israel por convicciones personales. Se puede estar seguro que a esos líderes llenos de oro del saqueo de los Estados árabes les importa tres carajos Israel y su independencia o toda la mierda que se dice o se hace sobre la cuestión.
Los líderes árabes enfrentan a Israel por políticas internas. Y esto es así porque si se muestran pacifistas con Israel pierden poder.
Y pierden poder porque pierden apoyo popular.
A menudo se cree que los dictadores o gobiernos autoritarios no dependen de la aprobación popular. Error, pueden ser muy a menudo incluso más débiles que un gobernante elegido en Democracia.
Así que la cuestión es ¿Por qué los árabes odian a los israelíes?
Para mí la respuesta es clarísima.
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Mira el artículo de Dennis, amigo Ramiro.
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Exelente descripción (tan buena como la que nos acercó Sam)
El artículo dice con razón que el problema no es por una cuestión de ocupación de tierras o cualquier otro pretexto imbécil a los que suelen recurrir.
Ahora bien, soy un convencido de que el enfrentamiento no es religioso. No rechazan a los israelíes por ser judíos. No.
Por ser de una religión diferente es difícil que provoque tanto odio y rechazo.
Soy un convencido de que si los judíos fueran un pueblo pobre la situación sería radicalmente diferente. Tal vez serían atacados pero por debilidad y no por odio y resentimiento. Si fuera un pueblo pobre seguramente no le darían la más mínima importancia como no le dan a los talibanes afganos o al pueblo pobre que sea de una religión diferente.
El motivo central por el que odian al pueblo judío (como odian a los estadounidenses por ejemplo) es por la riqueza que poseen.
El judaísmo para mí no es más que la excusa.
Cómo siempre, excusas.
Nuestras áreas cerebrales «racionales» tienen una enorme habilidad para encontrar excusas que conformen a primitivos núcleos cerebrales.
Los comunistas son otros expertos en entrenar al cerebro para que encuentre excusas para justificar lo, paradójicamente, más irracional imaginable.
Naturaleza humana amigo Julián. Naturaleza humana….
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Ramiro, lo que dices de los lideres de esos terroristas es muy cierto. Por la Internet existe un video sobre el lujo con que vive la viuda de Arafat en Paris y otros videos de las mansiones que mantienen en las ciudades controladas por ellos mientras mantienen a los llamados refugiados de hace 71 años albergados en campos miserables a los que Israel tiene que suministrarle desde el agua hasta alimentos y servicios medicos.
Estoy ya viendo la tercera temporada de la serie de la izquierdista Netflix llamada Fauda. En ella se observa como viven los dirigentes arabes en comparacion con el resto de los arabes y las maldades que se les ocurren pagandole con el dinero de las ayudas internacionales a los que mueren haciendo atentados o actos terroristas contra los Judios.
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Pero por supuesto Sam Ramos. Es una norma inamovible el enriquecimiento espurio de todos los malandras éstos.
Todos los líderes estos son anti israelíes exclusivamente por cuestiones de equilibrios de poder interno.
Estoy absolutamente seguro que les importa una mierda la cuestión de si los judíos son o no usurpadores o explotadores o sometedores o asesinos del pueblo palestino u árabe.
Es más, se puede tener la absoluta certeza de que por el nivel de información que manejan saben perfectamente que todo lo que se alega respecto a las supuestas maldades del pueblo judío es todo mentira. Los líderes árabes saben fuera de toda duda de que es todo un verso y que deben atenerse a mantener ese verso de mierda si no quieren perder apoyo popular y/o regional.
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La historia bíblica del monte del templo —un área llana en el monte de Moriá en Jerusalén— empezó mucho antes de la construcción del primer templo. Aproximadamente 900 años antes del primer templo, le fue dicho a Abraham que fuera al monte Moriá (el monte del Eterno) para sacrificar a Isaac (Génesis 22:2, 14).
Este lugar estaba cerca al pueblo de Salem, que más adelante se convertiría en Jerusalén (Josué 18:28; 2 Crónicas 3:1). Fue aquí donde Abraham vino a entregarle los diezmos a Melquisedec y fue bendecido “por el mayor” (Génesis 14:18-20; Hebreos 7:1-4, 7-8). Este lugar en particular parece haber sido escogido por Dios para su futuro templo.
Retrocediendo 400 años, a los tiempos de Moisés, vemos que se menciona en el cántico de Moisés, “el monte de tu heredad, En el lugar de tu morada, que tú has preparado, oh Eterno” (Éxodo 15:17). Al final de los 40 años en el desierto, Dios le ordenó a Israel, a través de Moisés, que debería “sino que el lugar que el Eterno vuestro Dios escogiere de entre todas vuestras tribus, para poner allí su nombre para su habitación, ése buscaréis, y allá iréis” (Deuteronomio 12:5).
Cuando Dios empezó a trabajar con los israelitas, su lugar de morada era una tienda portátil, llamada “tabernáculo” (Éxodo 25:9; 26:1). Era el lugar de adoración durante los días santos anuales de Dios, donde Dios “había puesto su nombre” (Deuteronomio 12:5).
A través de los años, este tabernáculo cambió de lugar en varias ocasiones, incluyendo Qadesh, Gilgal, Silo, Nob y Gabaón. Después de que el tabernáculo fuera trasladado de vez en cuando durante 400 años, fue construido un templo de piedra definitivo para Dios en la ciudad de Jerusalén —el sitio escogido por el mismo Dios (Salmos 132:13; 1 Reyes 11:13; 14:21; 2 Crónicas 33:7).
Adquisición del futuro monte del templo
Cuando David se convirtió en el rey de todas las tribus de Israel, una de sus primeras tareas era capturar y asegurar la fortaleza de Sión de los jebuseos y renombrarla como Ciudad de David (2 Samuel 5:7-9). Al capturar la fortaleza de Sión, David tomó control de las áreas más estratégicas de la ciudad y la ciudadela. Después Jerusalén se convertiría en el centro de Israel y su capital. Esto hizo posible que David tuviera la oportunidad más adelante de negociar la adquisición del lugar que se convertiría en el monte del templo.
El lugar del monte del templo fue adquirido por David después de haber cometido el pecado de censar a Israel. Dios hizo que el ángel del Eterno se detuviera ya que había sido enviado para castigar a David y a Israel por sus pecados, y le ordenó al ángel que le informara al profeta Gad para que le dijera a David que debía erigir un altar en la era de Arauna jebuseo (2 Samuel 24:1; 1 Crónicas 21:18-24).
Después de comprar la era de Arauna jebuseo, David construyó un altar y “sacrificó holocaustos y ofrendas de paz, e invocó al Eterno”. Dios le respondió a David de manera sobrenatural, encendiendo el holocausto con fuego desde el cielo. David se dio cuenta de que Dios le había mostrado que “Aquí estará la casa del Eterno Dios” (1 Crónicas 21:24-30; 22:1).
Ya que David había sido un hombre de guerra y había derramado mucha sangre, Dios no le permitió construir el templo. Pero si se le permitió hacer preparativos para que su hijo Salomón construyera el templo (1 Crónicas 22:5-9).
El primer período del templo
Salomón empezó a construir el primer templo en el cuarto año de su reinado, que fue 480 años después de que Israel saliera de Egipto (1 Reyes 6:1). El monte del templo, que era la plataforma para el templo, requirió de enormes piedras de cimentación para poder aplanar y estabilizar el lugar. Esta plataforma o cimiento fue necesaria porque el monte de Moriá no era plano, sino redondeado en la parte superior. Más adelante sería ampliado, durante el segundo período del templo, para adquirir la forma de trapezoide que tiene el monte del templo actualmente.
El primer templo duró aproximadamente 375 años, antes de ser destruido en el año 586 a.C. por los babilonios.
Dios le había dicho a Salomón que si él o sus descendientes dejaban de obedecerle, “esta casa que he santificado a mi nombre, yo la echaré de delante de mí” (1 Reyes 9:6-7).
Aunque algunos reyes de Judá le sirvieron a Dios, la mayoría se alejaron del Eterno y permitieron que la nación practicara la idolatría. Finalmente, en el tiempo de Ezequiel (597 a.C.), el profeta vio en una visión cómo la gloria de Dios se alejaba del templo (Ezequiel 10:18). En pocos años el templo fue destruido completamente.
El segundo período del templo
El segundo templo fue construido sobre el lugar del primer templo en el monte del templo, después del regreso de los judíos de la cautividad en Babilonia (535-515 a.C.). Éste no tuvo la belleza ni el esplendor del templo de Salomón.
Más adelante, Herodes el Grande reconstruiría el segundo templo con mejores piedras. A este templo fue al cual vino Jesús durante su ministerio (Juan 2:20). El segundo período del templo duró casi 600 años, del año 515 a.C. al año 70 d.C.
Al comienzo de este segundo período del templo, el profeta Hageo (520 a.C.) fue inspirado a escribir: “La gloria postrera de esta casa será mayor que la primera, ha dicho el Eterno de los ejércitos; y daré paz en este lugar, dice el Eterno de los ejércitos” (Hageo 2:9). La mayor gloria del segundo templo se refiere al momento en que Jesucristo vino y ofreció paz eterna para el hombre a través de su sacrificio.
Destrucción y desolación
El monte del templo ha tenido una historia de guerra y destrucción. En el segundo siglo a.C. (168-165) el ejército de Antíoco IV Epífanes del Imperio Seléucida masacró más de 40.000 judíos y construyó un altar pagano encima del altar de los holocaustos. En Daniel 11:31 este acontecimiento es llamado “la abominación desoladora”. Duró tres años hasta que los macabeos derrocaron en una revuelta a los seleúcidas y limpiaron el templo. La restauración y limpieza del templo se conmemora anualmente en la fiesta judía Hanukkah, también llamada “fiesta de la dedicación” (Juan 10:22).
Esta desolación sirvió como señal de alarma de lo que Jesús dijo que pasaría en el monte del templo en los tiempos del fin (Mateo 24:15).
La superficie del monte del templo permanecería en un estado de destrucción hasta las invasiones musulmanas en el siglo séptimo. Debido a esto, el Domo de la Roca fue construido sobre el antiguo lugar del templo y la mezquita Al-Aqsa al extremo sur del monte del templo. Estas dos estructuras permanecen intactas hasta el día de hoy.
La abominación que viene
Jesús dijo a sus discípulos en la profecía del Monte de los Olivos: “Por tanto, cuando veáis en el lugar santo la abominación desoladora de que habló el profeta Daniel” (Mateo 24:15). Daniel habló de más de una abominación. Esta abominación en particular va a preceder la segunda venida de Jesús.
Daniel habla de esta abominación del tiempo del fin en Daniel 12:11. Una advertencia de esta abominación del tiempo del fin se encuentra en Daniel 11:31.
Esta abominación del tiempo del fin incluye el cese de los sacrificios diarios en el altar (Daniel 8:11-14; 12:11). Jesús dijo que esta abominación estaría “en el lugar santo” (Mateo 24:15) y “puesta donde no debe estar” (Marcos 13:14). Esto parece indicar que estará al lado de o sobre el altar.
Para que se cumpla la profecía de la abominación desoladora, en algún momento en el futuro, antes de que venga la gran tribulación al mundo, el pueblo judío aparentemente empezará a ofrecer sacrificios nuevamente en el monte del templo. Los sacrificios diarios eran llevados en el altar afuera del templo donde la gente podía observar el servicio. La “terrible abominación” (Daniel 9:27) será forzada en el lugar santo por aquel que traerá desolación a todo lo santo del monte del templo. Puede que en ese momento solo haya un altar. Durante el segundo período del templo se llevaban a cabo sacrificios sobre al altar mientras estaban construyendo el templo (535-515 a.C.) y sucedió lo mismo en el momento en que Herodes estaba reconstruyendo el templo.
El apóstol Pablo escribió que la persona que causa la abominación “se sienta en el templo de Dios como Dios, haciéndose pasar por Dios” (2 Tesalonicenses 2:4). El significado de este pasaje puede ser que la persona va a sentarse en un templo literal de Dios o que va a ejercer su poder de la misma manera en que Dios lo hacía cuando presidía sobre el templo. (Nos damos cuenta de que aunque este pasaje es una profecía del futuro, el segundo templo existía y funcionaba cuando Pablo la escribió.)
Para que se cumpla la profecía de la abominación desoladora, en algún momento en el futuro, antes de que venga la gran tribulación al mundo, el pueblo judío aparentemente empezará a ofrecer sacrificios nuevamente en el monte del templo. Algo muy dramático deberá ocurrir para que esto suceda. El Domo de la Roca y la mezquita de Al-Aqsa actualmente están sobre el monte del templo, y representan importantes barreras políticas y religiosas para cualquier construcción en el monte del templo por parte de los judíos.
El monte y el templo del milenio
La segunda venida de Jesucristo va a causar un cambio dramático en la topografía de Jerusalén y el monte del templo. Leemos de “un gran terremoto” que va a destruir “una décima parte de la ciudad” y mata a “siete mil personas” al final de la sexta trompeta en Apocalipsis (Apocalipsis 11:13).
El profeta Zacarías profetizó que un gran terremoto iba a dividir el monte de los Olivos, que está ubicado al este del monte del templo, creando un nuevo valle en la mitad de este (Zacarías 14:4). Aparentemente estos terremotos van a destruir el monte del templo y va a ser necesaria la construcción de uno nuevo.
Al profeta Ezequiel le fue dada una visión que describe con gran detalle un nuevo templo milenial (Ezequiel 40:40-44). Jesucristo viene a establecer el Reino de Dios en la Tierra (Zacarías 14:9), y va a haber un templo en todo su mandato milenial en la Tierra.
El propósito de Cristo será traer a la humanidad el conocimiento de Dios, para que se arrepienta de sus caminos pecaminosos y se vuelva al camino de la vida eterna. Ese camino está disponible hoy, para aquellos que deseen conocer acerca de Él.
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En el articulo del festivo Amuchastegui se repiten las mismas falsedades que los Arabes mal llamados Palestinos repiten incesantemente cuando se refiere a territorios ocupados y la mezquita de al-Agza. Esta fue construida en el 621 despues de Cristo sobre las ruinas del Primer Templo construido durante el reino Herodes el Grande. El Monte del Templo actual fue edificado por Herodes el Grande comenzando en el año 20 a.C. La construcción continuó por 83 años hasta el año 61 d.C. Los musulmanes modernos creen que Mahoma fue transportado desde la Gran Mezquita de La Meca a este lugar durante el Viaje Nocturno. ( parece que utilizo un Concorde supersonico para ese viaje) La tradición islámica sostiene que Mahoma dirigió las oraciones hacia este sitio hasta el mes 16 o 17 después de su migración de La Meca a Medina, cuando Alá le ordenó que se volviera hacia la Kaaba en La Meca. (se le vencio la visa que le habian dado) A diferencia de lo que dice la poco confiable Wikipedia, ya se han hecho descubrimientos arqueologicos que muestran la presencia Judia en ese lugar mucho antes que los musulmanes. Herodes agrandó el Monte del Templo en existencia para acomodar grandes multitudes de peregrinos judíos que venían a celebrar sus festivales. Hoy en día los musulmanes en Israel celebran Ramadan y vienen a lo que ellos llaman Haram esh-Sharif (Noble Santuario). A menudo, más de 400 000 musulmanes se reúnen aquí en el ultimo viernes del festival. Y por el actual dominio por parte de Jordania sobre el lugar, los judios tienen prohibidor acudir a rezar alli y solo lo pueden visitar como turistas.
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Antes de Israel, había un mandato británico, no un estado palestino.
-Antes del Mandato Británico, existía el Imperio Otomano, no un estado palestino.
-Antes del Imperio Otomano, existía el estado islámico de los mamelucos de Egipto, no un estado palestino.
-Antes del estado islámico de los mamelucos de Egipto, existía el Imperio árabe-kurdo ayubí, no un estado palestino.
Godofredo IV de Boulogne, conocido como Godofredo de Bouillon, conquistador de Jerusalén en 1099
-Antes del Imperio ayubí, existía el Reino franco y cristiano de Jerusalén, no un estado palestino.
-Antes del Reino de Jerusalén, existía el imperio omeya y fatimí, no un estado palestino.
-Antes de los imperios omeya y fatimí, existía el imperio bizantino, no un estado palestino.
-Antes del Imperio Bizantino, existían los sasánidas, no un estado palestino.
-Antes del Imperio Sasánida, existía el Imperio Bizantino, no un estado palestino.
-Antes del Imperio Bizantino, existía el Imperio Romano, no un estado palestino.
-Antes del Imperio Romano, existía el estado hasmoneo, no un estado palestino.
-Antes del estado hasmoneo, existía el seléucida, no un estado palestino.
-Antes del imperio seléucida, existía el imperio de Alejandro el Grande, no un estado palestino.
-Antes del imperio de Alejandro Magno, existía el imperio persa, no un estado palestino.
-Antes del imperio persa, existía el imperio babilónico, no un estado palestino.
-Antes del Imperio Babilónico, existían los Reinos de Israel y Judá, no un estado palestino.
-Antes de los Reinos de Israel y Judá, existía el Reino de Israel, no un estado palestino.
-Antes del reino de Israel, existía la teocracia de las doce tribus de Israel, no un estado palestino.
-Antes de la teocracia de las doce tribus de Israel, había una aglomeración de ciudades-reinos cananeos independientes, no un estado palestino.
En realidad, en este pedazo de tierra ha habido de todo, EXCEPTO UN ESTADO PALESTINO.
Recomiendo este viejo artículo de Marcos Aguinis (ganador del Premio Planeta), en marzo del 2002, siempre vigente:
EL ALZHEIMER DEL PUEBLO PALESTINO
Un chiste macabro dice que la enfermedad de Alzheimer brinda un gran beneficio: sólo permite conocer gente nueva… Pero causa el enorme daño de borrar la propia historia. Y esto no es un chiste. La tragedia palestina, al marginar la Historia, obtura sus vías de solución. Se ha dicho que los palestinos «no pierden la oportunidad de perder la oportunidad». Y esto es así porque no recuerdan sus propios errores y, en consecuencia, no advierten que pueden hallar su independencia y prosperidad a la vuelta de la esquina.
¿Qué cosas tan importantes han olvidado? Por razones de espacio, sólo puedo brindar una síntesis.
Al terminar la II Guerra Mundial, Palestina estaba bajo el mandato colonial de Gran Bretaña. La comunidad judía profundizó su lucha emancipadora porque, desde finales del siglo XIX, venía construyendo su Estado y no aceptaba algo que no fuera la independencia. Había fundado centenares de kibutz, escuelas, hospitales, caminos, granjas, teatros, forestó yermos, canalizó
el agua y hasta edificó Tel Aviv sobre dunas de arena. Creó la primera universidad, la primera orquesta sinfónica y el primer instituto científico de Oriente Próximo. Tenía aparato administrativo y Fuerzas de Defensa.Gran Bretaña, que contaba con el apoyo de la comunidad árabe de Palestina y de la Liga Arabe que ella misma había ayudado a fundar, elevó el problema a las Naciones Unidas con la esperanza de que condenasen las pretensiones judías y pudiese continuar su mandato.
Se formó un comité integrado por países neutrales que recomendó el fin del tiempo colonial británico y la partición de Palestina en dos estados: uno árabe y otro judío. Las fronteras del Estado judío fueron dibujadas según las poblaciones predominantemente judías y el resto fue adjudicado al Estado árabe. Ambos se mantendrían unidos por cruces territoriales y la complementación económica.
¿Qué pasó? Los judíos aceptaron el veredicto. Aunque no se les hacía un regalo porque Israel ya existía gracias al sudor de sus habitantes , se legitimaba su anhelo de soberanía. Los árabes, en cambio, rechazaron la oferta y proclamaron su intención de arrojar a todos los judíos al mar. En efecto, apenas Israel proclamó su independencia, siete ejércitos árabes violaron la decisión de las Naciones Unidas y se arrojaron sobre el exiguo territorio. Los judíos carecían de armas: nadie se las vendía porque consideraban imposible que pudiesen sobrevivir. El único país que accedió a proporcionárselas fue Checoslovaquia porque suponía que el socialismo del flamante estado lo llevaría a la órbita soviética.
En conclusión, si la agresión árabe hubiese triunfado, no existiría Israel. Pero la Historia fue distinta. La guerra la quisieron y forzaron los árabes, no Israel. Y perdieron. Ahí comenzó la tragedia palestina. Por culpa de sus dirigentes. De haber actuado con sensatez, en 1947 ya hubieran tenido su Estado propio.
Luego de la derrota, los países vencidos se apoderaron de lo que quedaba de Palestina. Gaza pasó a ser administrada por Egipto y Cisjordania fue anexada al reino de Transjordania, que cambió su nombre por Jordania. En consecuencia, los territorios que hubieran correspondido al Estado árabe palestino fueron devorados por esos dos países, no por Israel. Pero durante 18 años ni una sola voz egipcia, jordana o palestina reclamó convertirlos en un Estado independiente con Jerusalén Este de capital. Jerusalén Este había quedado en manos jordanas, pero no fue convertida en su capital ni fue a visitarla ningún jefe de Estado árabe; era un villorrio marginal donde, eso sí, se
destruyeron las centenarias sinagogas, se arrancaron lápidas del Monte de los Olivos para construir letrinas y se prohibió el acceso de los judíos al Muro de las Lamentaciones.
Los palestinos perdieron otra vez la oportunidad de proclamar su Estado en Gaza y Cisjordania. Llegó el año 1967. Los Estados árabes, impulsados por el entonces presidente de Egipto Gamal
Abdel Nasser, decidieron terminar con Israel. Bloquearon el golfo de Akaba y exigieron el retiro de las tropas de Naciones Unidas que evitaban el encontronazo de los enemigos. Pese a los desesperados ruegos de Israel, las Naciones Unidas se marcharon y dejaron libre la ruta de la matanza. Pero Israel, que no tenía vocación suicida, no esperó a que fuera demasiado tarde, a que
la mano del verdugo lo agarrase del cuello. Estalló la Guerra de los Seis Días.
La victoria israelí fue impresionante. Pero no cambió la realidad: Israel seguía siendo un pequeño Estado en medio del océano árabe.En consecuencia, tendió la mano a sus enemigos y ofreció negociaciones de paz que incluían la devolución de territorios. Los líderes árabes se reunieron en Jartum para dar su respuesta. Y la respuesta fueron los arrogantes y famosos Tres Noes: no al reconocimiento, no a las negociaciones y no a la paz con el Estado de Israel.
Los palestinos volvieron a perder esa oportunidad. Ahora olvidan que un halcón como Menahem Begin, para obtener la paz con Egipto, le reintegró generosamente hasta el último grano de arena del Sinaí. Y que además le obsequió pozos petrolíferos, rutas, aeropuertos, los complejos turísticos de Taba y Sharm El Sheik, desmantelando incluso la ciudad judía de Yamit, construida entre Gaza y el Sinaí. Vale la pena recordar que quien estuvo a cargo de la penosa tarea de sacar a los colonos
israelíes de la península fue el entonces general Ariel Sharon.
Debo obviar otros hechos para referirme a la última, magnífica y ya olvidada oportunidad desperdiciada. Sucedió en Camp David II. El primer ministro israelí, Ehud Barak, más pacifista que
Rabin, le ofreció a la Autoridad Nacional Palestina todo lo que pretendía (menos la autodestrucción, por supuesto). Arafat replicaba con un monocorde no. Clinton le reprochó, irritado: Basta de decir no: haga sus propias propuestas». No las hubo. No las hubo porque hubieran conducido a la paz.
El líder israelí volvió triste: había ofrecido sin resultado mucho más de lo que su pueblo aceptaría. Arafat volvió alegre porque continuaría la guerra que lo mantiene en la primera página de los diarios de todo el mundo. Su vida de combatiente le otorga más laureles que la aburrida administración de un país. Era obvio que pocos días después iba a lanzar la segunda, innecesaria y criminal Intifada.
Digámoslo sin cobardía: entre la creación de un Estado palestino pacífico y la promocionada Intifada, ¡Arafat eligió la Intifada! Si ahora no existe un Estado palestino independiente es por voluntad de la dirigencia palestina, no de Israel. Hay que denunciar esta verdad simple y dura. De lo contrario, se ahondará en la estéril tragedia que enluta a Oriente Próximo y demora una solución que está al alcance de la mano.
La enfermedad de Alzheimer impide recordar que esta Intifada fue decidida antes de Camp David, como confesó el ministro palestino de Comunicaciones. No estalló contra Sharon, que ni siquiera era ministro, sino contra el pacifista Barak, quien durante los cinco meses que le quedaban en el Gobierno recurrió a todas las declaraciones y negociaciones posibles, directas e indirectas, para que cesara la violencia y continuara el proceso de paz.No hubo caso, no hubo un solo día sin ataques palestinos y el efecto inevitable fue el triunfo electoral del primer ministro Ariel Sharon.
Desde hace décadas, en Israel actúa el Movimiento Paz Ahora, que dinamiza a un millón de adherentes. ¿Qué movimiento por la paz existe entre los palestinos? No pido que reúnan 100.000, ni 10.000. ¡Me conformaría con sólo 1.000! Pero eso no es posible porque su dirigencia ha estimulado la pérdida de la memoria y un desmesurado crecimiento del odio. Los palestinos, después de cada nueva frustración, se dedican a matar judíos. «Habrá paz», dijo Golda Meir, «cuando amen a sus hijos más de lo que nos odian a nosotros». Esta también es una simple y dolorosa verdad.
Divúlgalo si te pareció interesante. Esto se escribió, antes de que en Septiembre de 2005, Israel se retirara de forma unilateral de la franja de Gaza. Las consecuencias de esa decisión las vemos hoy en día.
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