“when the web was younger, Twitter wasn’t even a thing and blogging was the rage, I was playing around in the blogosphere and one day posted a few drawings made by my son, who was 5 or 6 at the time. Friends left enthusiastic comments, as you do. Then the grandparents got wind of this and they wanted to see ALL the drawings. So, I created a new blog exclusively devoted to my little artist.
People told people and next thing you know, the adorable little art blog got a mention on one of the most popular websites of the day. Thousands — tens of thousands — of people flocked to the blog. Comments were kind, until one well-meaning someone suggested I put my son’s art on T-shirts and sell them. I had no intention of doing anything of the sort, but that didn’t matter. Someone misread the comment, assumed I wasselling T-shirts and took me to task for exploiting my kid and making a fast buck off of his sudden internet fame.
Well. Things got ugly fast. In the space of a day, I went from an indulgent dad to a monster parent running a one-child sweat shop. People who didn’t know me called me every name in the book; some threatened to call social services, or the police, or my boss. Others claimed my son didn’t exist at all and that I was some kind of con man. All of these concerned citizens told me how ashamed I should feel to invent and/or exploit my son. I actually started to feel ashamed, even though I wasn’t guilty of anything (except perhaps extravagant naivete).
Luckily, by the end of the week, people found a new outrage to fuss over and my brief and bitter taste of cyberbullying was over. It left an impression, though, I’ll tell you that. Mostly, I was horrified. But I was also awestruck by how quickly a group of people could wield the old cudgel of shame, and by how impactful this ancient social tool still is. I’m sure many of you have experienced it for yourself, suffering much more than I ever did. Shame is a potent weapon, folks, as Timothy Meinch’s story on page 38 illustrates. If you must use it, use it wisely.
As for my son? He never saw the threats or nasty comments. He shamelessly continued to pursue his art in life and in school. In fact, he graduated college this semester, so yes, he exists. I’ve got the tuition bills to prove it.
I don’t know. Maybe I should have sold T-shirts.

Editorial Director
Feel free to send comments and questions to editorial@discovermagazine.com
no text is the whole picture
Otra cita para Ramiro del libro de Thomas Sowell:
The crucial question is not whether reducing or eliminating envy is a desirable goal, any more than the question is whether cosmic justice is desirable. In both cases, the question is: What is the cost of promoting this goal?
Me gustaMe gusta
Definitivamente reducir la envidia no tendrá costos. De eso estoy seguro.
Y también estoy seguro que los beneficios pueden ser extraordinarios.
Sería infinitamente más fácil lograr acuerdos políticos.
Sería algo así como sacarse de encima la hipocresía cuando se discuten objetivos.
Tomemos el caso del éxito de China por ejemplo.
Lo que hace el gobierno chino es simple y sencillamente inhibir la actividad de la envidia en la política mediante la imposición y el autoritarismo. El crecimiento económico de ese país se basa fundamentalmente en la estimulación de cuántos emprendedores desean ganar dinero y que ganen cuánto se les antoja sin que nadie tenga la más mínima oportunidad de oponerse.
La desigualdad desata pasiones y provoca la aparición de un interminable número de objetores de conciencia pidiendo justicia social y en China no tienen prácticamente cabida dado el sistema autoritario que gobierna.
Si el autoritarismo flaquea y comienza a verse presionada por los movimientos derivados de las pasiones, puede estar seguro que en unos pocos meses el crecimiento económico de ese país pasará a ser una utopía.
Incluso, los gobiernos autoritarios que en teoría podrían estar exentos de este inconveniente político, en realidad casi todos deben someterse a los dictados de la envidia prometiendo a sus pueblos la añorada justicia social para sostenerse en el poder.
Es decir, nadie está exento del drama que provoca la envidia.
El liberalismo económico que es lo que mejor funciona muchísimo más a menudo de lo que se cree tiene como principal oponente a la envidia.
Mi país, Argentina, desde hace 70 años que no crece porque la envidia no nos permite organizar la economía para que los que desean enriquecerse lo hagan.
No hace falta demostrar que si los que desean enriquecerse no encuentran el ámbito óptimo para ello, las economías sencillamente no crecen.
Esta es una verdad inobjetable.
Me gustaMe gusta
Amigo Ramiro, ¿acaso todas esas medidas populistas no son intentos de reducir la envidia por medio de la supuesta justicia social? Me parece que eso es lo que se han propuesto todos esos gobiernos de corte peronista. ¿Y la han reducido realmente o la han aumentado? Ese es precisamente el punto de Sowell: que se trata de objetivos loables, pero su implementación produce efectos opuestos.
Me gustaMe gusta
No amigo Julián. Lo que se proponen no es reducir la envidia sino simplemente hacer uso de la envidia para obtener poder.
Saben perfectamente que un importante, trascendente número de ciudadanos se dejan influir fuertemente por la envidia en su elección ideológica y a ellos apuntan con sus políticas y propuestas. Así ganan elecciones en países democráticos o llegan y mantienen el poder en países autoritarios.
Hay una nota de Loris Zanatta en un medio que reproduje en mi blog que expresa con gran claridad como es el juego de la política y la envidia (sin nombrarla) describiendo la historia de la Argentina en la época de Perón y su relación con EEUU y la actual con el nuevo gobierno de mi país.
Si tiene un ratito le dejo el link y observe. https://razonvsinstinto.blogspot.com/2020/12/el-pueblo-y-la-envidia.html
Me gustaMe gusta
No se pierdan los detailles de cómo se hizo posible la conferencia de prensa del Biden.
https://www.theblaze.com/news/biden-press-conference-cheat-sheet
Eventualmente no les va a ser posible seguir tapando el agujero del dique con el dedo y tendrán que aplicar la 25 Y poner a la Kamala. Mi apuesta sigue siendo que antes de que se termine el año.No creo que les guste Kamala para el 24. A lo mejor les gusta Meghan. En todo caso creo que Meghan es mejor que AOC.
Me gustaMe gusta